Olvidar

El cuerpo de una mujer yace recostado en un sofá, desnudo, abandonado en la penumbra. Su piel aún conserva el calor de miradas que no la han visto realmente, de caricias que nunca buscaron su alma. No hay rostro, no hay identidad. Solo una silueta reducida a lo que otros han querido de ella.

El vacío en su expresión no es un accidente, es un grito silencioso: ella ya no es ella, es un objeto, un recuerdo difuso en la mente de quienes nunca preguntaron su nombre. Se ha desvanecido en su propia piel, olvidada incluso por sí misma, convertida solo en aquello que el deseo ajeno ha dejado de ella.

El sofá la sostiene, pero no la abraza. El espacio a su alrededor es frío, indiferente. «Olvidar» no es solo su historia, es la historia de tantas que alguna vez se sintieron invisibles en su propia piel.