Conecta

En el centro de la obra, un rostro emerge de la penumbra, sereno, suspendido en un estado de trance absoluto. Sus ojos, en blanco puro, reflejan un viaje más allá de la materia, una conexión con lo invisible. En su frente, donde el pensamiento y la intuición se encuentran, el tercer ojo brilla con una energía etérea, un portal hacia lo infinito.

Los tonos vibran entre luces y sombras, como un eco entre dos mundos: el físico y el espiritual. Líneas sutiles recorren la piel, como si la conciencia se expandiera en ondas que atraviesan el lienzo. Es un momento de fusión, de despertar, de entrega total al flujo del universo.

«Conecta» no es solo un cuadro, es una invitación. A cerrar los ojos para ver más allá. A escuchar el silencio. A sentir que todo está unido.